Elizabeth, Joyce, Ron e Ibrahim, a quienes conocimos en el Club del Crimen de los Jueves todavía se encuentran contentos por haber resuelto su primer asesinato, mientras disfrutan de su vida en Cooper’s Chase, una comunidad de jubilados. Esta paz y tranquilidad no dura mucho porque dos sucesos inesperados ocurren. En primer lugar, Ibrahim es atacado por unos delincuentes juveniles y, en segundo lugar, un antiguo conocido de Elizabeth (bueno, quizás más que un simple conocido) reaparece después de más de 20 años sin contactarse, para pedirle su ayuda. Estos son los hechos que dan pie a esta segunda novela que nos recuerda que tener más de 65 años no nos limita y que no debemos subestimar a alguien por estar en este grupo, porque muchas veces la experiencia vale más que la agilidad.

Mientras leía este libro me reía mucho, sobre todo cuando el relato se hacía desde la mirada de Joyce, que es un personaje muy querible y que desde su ingenuidad presenta una mirada muy humorística de lo que es ser parte de la tercera edad. Creo que los cuatro personajes centrales tienen una parte de ellos que los hace queribles y cercanos, incluso Elizabeth, la ex espía, que lidia con la realidad de vivir con un marido con Alzheimer. Además, el libro, dentro de esta mirada irónica y humorística con la que enfrenta los crímenes y la vida siendo adulto mayor, también recuerda algunos temas más profundos, como la soledad, la muerte, especialmente de los amigos, las relaciones con los hijos, entre otros. Quizás no se profundiza demasiado en ellos, porque no es el objetivo del libro, pero los mencionan con el suficiente detalle como para que no olvidemos de que esa es una realidad.
A quienes ya leyeron la primera novela, ésta también los va a atrapar, al menos a mí me pasó. La encuentro muy recomendable.
Mi calificación es 4,5/5 estrellas
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