Desde mi perspectiva, este libro cae en la categoría de Cozy Mystery. Todo ocurre en una villa inglesa en donde Annie, la protagonista, trata de resolver el misterio de la muerte de su tía abuela. Annie vive en Londres, pero viaja a Castle Knoll para conocer a Frances, ya que si bien ha sabido de su existencia toda su vida, nunca la ha visto en persona. Según las instrucciones recibidas, Annie llega hasta las oficinas del abogado de su tía abuela para asistir a la reunión. Ahí le comentan que deberán ir todos a la mansión de Frances, ya que ella tuvo problemas con su automóvil. El problema es que cuando llegan ahí, la encuentran muerta.
Algo que caracterizaba a Frances y que marcó toda su vida fue el hecho de que cuando era una adolescente y se vio la suerte, le dijeron que iba a ser asesinada. Para ella esto no fue una broma o algo sin importancia, sino que marcó toda su vida y las decisiones que fue tomando. Tanto así que por décadas trató de descubrir a quien sería su futuro asesino. Así, surgen dos grandes interrogantes al inicio del libro ¿por qué Frances mandó llamar a Annie y no a su madre, que es a quien ella conoció? y la gran pregunta ¿Frances fue asesinada o su muerte fue natural? Acá comienza el misterio, que entrelaza una historia del pasado de Frances con el presente y su sorpresiva muerte.
El libro me gustó bastante, porque a diferencia de otros misterios de este tipo, la protagonista no se involucra solo por curiosidad y no es excesivamente metiche, algo que muchas veces me molesta en algunos cozy mysteries, aunque me encante este tipo de libros. La situación literalmente la obliga a actuar, a averiguar, a investigar en un lugar en el que ella es la nueva, la que no conoce a nadie. Esto último también es un poco distinto del cozy mystery tradicional, donde normalmente la protagonista conoce a toda la comunidad, lo que la ayuda a conseguir información que a veces a la policía le cuesta conseguir.
Fue una lectura entretenida y rápida. Totalmente aconsejable. Mi calificación es 4/5 estrellas.
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